miércoles, 14 de marzo de 2007

Un viaje a huasilandia






En este país de huasos yo fui a la Meca de la cultura huasa del norte chilensis, al campo-campo, versión diaguita del nuevo milenio. Llegue a la región donde se encuentra la mina más grande de lapislázuli (si esta mal escrito es culpa del Pc que lo corrige automáticamente) ME FUI A LA CUARTA!!!

Estuve lejos de la civilización moderna de manera parcial y absoluta.

Me explico: habían comodidades básicas como agua potable, alcantarillado y electricidad. Había cocina a gas y en unas de las casas había hasta Direc TV. Y lo más importante de todo: había un techo sobre mi cabeza y una cama para dormir. Y más nada se necesita en esta época. Pero de manera absoluta por la lejanía de la cultura moderna e impersonal, a pesar de las cosas que tenían y las que no había algo que no caracteriza a la sociedad moderna chilensis: había familia de la que se quiere… ¿Extraño, no? Había conversación y había alegría, había gente cariñosa y había paz. No existía ni la prisa ni el estrés. El cual es sólo una palabra weona que se encuentra a años luz de ese lugar. Si no es la meca era el nirvana. Es un trocito de cielo en la tierra. ES LA HIGUERA.

Si esta entrada a mi post les parece patera, es por que no estuvieron allí y sé que no importa lo que escriba, no podré hacer justicia ni a ese lugar ni a la esa gente. Ellos calaron hondo en mi corazón y son gente a la que no olvidaré.

La higuera es de esos lugares donde la gente te saluda por educación en la calle. No los has visto en tu puta vida pero te saludan y cuando te dicen “Buen Día” sientes la sinceridad en sus palabras, es por eso que no puede haber un mejor lugar para vacacionar, o vivir la vida simple de la gente simple. Esa que no tiene mucho, pero tiene felicidad verdadera y basada en lo que de verdad importa, no de cosas, si no de personas. No de montos, sino que de sentimientos. De la vida, no de cuentas.

En mi viaje a huasilandia conocí gente que me confirma que el gran honor que debería ser para todos nosotros llamados huasos. En mis próximas intervenciones en este post les contaré las muchas enseñanzas que me dieron, aun sin que ellos mismos lo supieran.

Sólo me queda decir que si tuve que esperar 5 años antes de vacacionar y además de no ir al la huasilandia de donde proviene mi prole y filogenia, fue el destino quien eligió el mejor lugar de todos. El lugar que necesitaba. Y sobre todas las cosas, compartir con la gente que necesitaba conocer. Gracias a ellos espero haber crecido y madurado y si soy hoy una mejor persona de la que era cuando salí de Calama es gracias a toda la gente que estuvo ahí conmigo.

Gracias a todos.